El Árbol del Silencio.
Corteza y contundencia bloquean el camino, se siente la pena bañada en polución, me estremece un crujir, sutil y sencillo, miro las ramas estiradas en corrupción. Leo las hojas del pasado que caen presas de mis tensiones pesadas y las pisoteo, con pies como una pistola cargada, llena de balas de rabia, pintadas con pena. La retaguardia está poblada de las sombras de los árboles infinitos de trazos envenenados, paralizado, cobarde, me refugio en mis losas repletas de secretos sentidos emocionados. Miro hacia arriba, las copas vacías, oscuridad reina catapultada al cielo en esta coordenada, extiendo mis brazos, respiro, para volar alto. Al agitarme, he logrado camuflarme entre ramas.
