Silencio en la Sala.

Golpe roto.

Vieron arder centellas en el aire
por este escrito,
por este llamado a mi poeta,
a ese que un día rompió.

Se endeudó con la rima,
aunque no se le olvida,
porque con un golpe
rima todo.

Si, esa deuda del bien invertido
ni ve la neura en mi ¡qué divertido!
pagando a cobro desvestido
zafando a logro celestino.

Golpes de ácido corrosivo,
finos,
lotes de plástico corroído,
fácil,
incendiar el mundo de un soplido.

Visto para sentencia en firme,
esa firma difícil de creer.
Un hacha en la nuca.

¿Viste el pacto
que hiciste con el diablo
para verme arder con lupa?

y la culpa…

¡Ay la culpa!
se olvidó en esa ruta de mentiras
como la fruta en el frutero
como las llaves en la puerta.

Debí romper el plato,
con la primera tortita
en el desayuno,
en ese momento que se perdió.

Marcado en árboles.

Vieron arder bosques,
oyeron caer coches,
pinchar cristales.

Al final el mazo,
golpeó sobre el corazón.

Poeta mío,
te has perdido,
vuelve porfavor.

Firmado: Amor.