Amanece.
Sereno oye un alarmante sonido de fondo, sofocado y agitado busca su origen.
Parecía un eco en la montaña, pero en segundos se asemejó más al radar de un submarino. Todo está borroso, oscuro e inverosímil.
Sereno da un golpe seco. No escucha nada. No hay alarmas.