Partieron valientes.
Partieron de copos los cristales
para cortar el césped como cabello,
secó fuerte, como el agua el viento
las dimensiones que albergan mitades.
Despegues caóticos elevados,
sinceros y quebrados por un tajo,
un lazo de sangre, un corazón de nados
eternos, buscando tierra en esos tallos.
Firmes, y el discurso ensayado arrugado,
la pelota encestada, con las notas
de una botella de recuerdos mojados,
con ojos vidriosos que parten gotas.
Mas no fueron más que caídas
de heridas servidas en bebida,
de borrachos de amor sin salida
imaginando una vida, distinta.
Con valentía.
Con osadía.
En esa lluvia.
En esa rima.