El concierto.
Las raíces negras del invierno crecieron por dentro,
y el lamento se viste de gala para un concierto
al que estamos invitados,
del que somos a la vez voces y oyentes.
Una lista de canciones interminable,
con el tímpano herido y obstruido,
como el oxígeno y su necesidad de alcanzar la superficie tras un viaje plagado de curvas.
Admirar la estrella sobre el escenario,
cegado de melancolía y llanto,
con yunques en los tobillos,
inmóvil escuchando la balada de tus sueños.
Tímpano roto por momentos,
el roble partió su escucha, puede caer,
el reloj no solo baila lentamente,
le acompaña el rallar de su corteza.