Silencio en la Sala.

Encerrado.

Perdido por la jungla de los diablos,
en establos de almas rotas y presencias enormes de capa negra y zancos intimidantes.

Viví un antes y un después,
buscando una salida entre zarzas espinadas,
entre garras afiladas de esponjas tenebrosas.

Rompí mi brújula, cristalera quebrada,
dejó de marcar el norte, ni una coordenada
ni una marca a la que aferrarse.

Caí hacia un colchón de tallos de rosa,
planeando sobre brisas indecisas,
oscilando sobre mi propia respiración.

Estallé en un zumbido espiritual,
un crujir terrenal de los mapas triturados,
era un púgil explorador desterrado.

Sigo aquí, en transito, sin ubicación,
apartando ramas negras, gruesas,
mas no imposibles de mover.

Sigo aquí, con el movimiento, de esa inercia
de arrastrarme, de mancharme, de sentir,
la luz y la oscuridad de mi corazón.