Silencio en la Sala.

Búscame.

Salté entre líneas negras, caí en la profundidad,
en ese blanco eterno de difuminada realidad,
fui el vago, que entre claros,
chocó con el desmayo que ensayó en el espejo la verdad.

Ese torrente eterno me pilló desprevenido,
me vino como anillo al órgano roto,
como el chirrio de unos dedos mal unidos,
envejecido fugazmente con los trazos de ese rostro.

Crecí entre llamas muertas para llenarme de vida,
en la calma del calor oscuro oculto en mis raíces,
diminuto cual semillas en el bulevar de los matices,
en el sendero de la esperanza de las idas y venidas.

Esa turbina no paró, sin parada de emergencia,
el centrifugado del cuadrilátero de púas lleno,
con los peros eternos de un constante mareo,
en busca de un punto fijo que desprenda esencia.