Él, tubo.
Pase mis acueductos con el aleteo de una golondrina,
la falsa iluminación del trazo me dió una imagen de protección,
una proyección del camino granulada,
anulada por la falta de espacio en el aire.
Viajé al desguace y las paredes de compresión anularon la comprensión,
la visión de un rubí en la frente,
sangrienta y pasional, una herida suicida.
Continué, con giros en espiral,
acercándome al nucleo del buceo profundo,
avanzando en plano regresivo,
alimentando esa inundación de mentiras.
Pero el trazo de rotulador estampado,
se difuminó, se salió de la jaula,
se inventó una nueva pauta,
una renovación, un corte de pelo,
un hilo conductor de energía.