Pienso en años.
El vertir del espasmo,
gélido maremoto incendiario,
paz en las causas destructivas
de esa implosión convergente.
Lengua balbuceante,
valor incomprendido pisado por patas de araña,
tejido por la mañana destruido por la noche,
un derroche de inestabilidad incesante.
Turbulencias inmóviles del mimo,
de la memo-técnica del ingenuo,
del ingenio para olvidar lo técnico que
logra fomentar la separación de lo mutuo.
Pasmarote caído,
al alza de la comprensión,
esa pérdida de presión, esa locura,
esa huida con pensión de daños.
Pienso en años, pienso y dura.