Tanto perdí.
Perdí el ritmo del transcurso de esos momentos,
de nuestros momentos únicos que se guardaron en mi cajón,
para alegrarme las noches,
para desvelarme,
para darme brotes de sauces.
Perdí las semillas de constancia en las líneas unidas en un garabato,
sin alma el canto, el llanto,
pestañea un recuerdo que se tambalea
entre la angustia y la alegría.
Perdí la compostura de la certeza de una pieza de museo
y como una nota almacenada,
me la invento de formas distintas,
pero no hay sol que pueda preceder esta rotación.
Perdí el amanecer de la proyección interna de mi pasado,
me invade, atrapa y machaca
la responsabilidad de la memoria y de dar,
dar el cien, y no, no ven tanto perdí.
Tanto perdí, y sí, tanto se fue,
para formar parte de lo que ganamos,
de lo que creamos, del amor incondicional,
de una sombra compañera.